Los sentimientos son tan innegables como las ganas de ir al baño

Hoy mientras investigaba cómo hacer algunos trámites, cerca de mí había una madre que le leía dulcemente un cuento a su hijo de tres años. Al finalizarlo, se dispusieron juntos a buscar otro y, el pequeñín comenzó a hacer una marcha acelerada que provocaba que su pelo lacio bailara al ritmo de sus pisadas. Su madre le dijo que fueran al baño porque veía que sentía ganas, a lo que él respondió "No mamá, es que estoy con emoción por el otro cuento." Entonces su madre sabiamente le dijo: "entonces quédate quieto". Él lo intentó con todas sus fuerzas y su mamá mirándolo a los ojos le dijo: recuerda que no debes mentir, ¿quieres ir al baño?" A lo que él respondió que sí. Juntos fueron al baño mientras ella lo hacía reflexionar sobre la responsabilidad que tiene sobre su propio cuerpo y sobre pedir ir al baño cuando sienta ganas, porque es una manera de cuidarlo.

Además de parecerme adorable su abordaje y la marcha del pequeñín, me hizo reflexionar cómo es exactamente igual con nuestros sentimientos, no podemos ocultarlos aunque queramos quedarnos bien quietecitos. ¿De quién será responsabilidad acomodarlos y expresarlos?

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