Costumbres y Tradiciones Dañinas
- Amaya González Ispizua
- 6 mar 2020
- 2 Min. de lectura
"¿Por qué te tienes que fregar?" fue la frase que dijo mi marido, que me hizo caer en cuenta de todas las veces que me he quedado callada.
¿Cuántas veces no has dicho algo por suponer o asumir que no tiene importancia o que alguien se va a enojar? ¿Te has dado cuenta del sentimiento que germina en ti tu silencio?
Con esto no quiero promover la queja y el reclamo, sin embargo creo que es importante analizar por qué muchas veces nos quedamos callados y qué sentido le damos a lo que hacemos y decimos:
1. No porque te inviten a un lugar tienes que ir.
2. No porque te ofrezcan algo lo tienes que aceptar.
3. No porque te algo te parezca de poca importancia, lo tienes que aguantar.
Frases como:
"Calladita te ves más bonita", "No le digas nada, no se vaya a...", "Hay que ser prudentes."
Han formado en nuestro inconsciente un modus operandi digno de lástima, que ha parido una cultura hipócrita y llena de miedos absurdos. Si lo callado te hiciera bonito, no habría locutores guapos, si los silencios evitaran disgustos, no habría malentendidos y la prudencia no quiere decir callar, ser prudente significa decir lo que se tiene que decir en el momento adecuado. Pero vivimos fingiendo sonrisas y quejándonos de conductas, por no decirle al vecino, al tío, al marido, a la hermana, que cierto comportamiento suyo nos molesta o es intolerable.
Mi sugerencia a todo esto está en dialogar con propuestas, siempre es bien recibida una solución optativa ante un problema por resolver.
No es lo mismo llegar a decir "estoy harto de que nunca ayudes a recoger la mesa" a "te propongo que nos turnemos la limpieza de la mesa porque a mí también me gusta descansar y seguir conviviendo"
Adoptemos tradiciones que nos iluminen el corazón como bañarnos con música, comer en familia, preparar la cena juntos, leer el mismo libro que nuestros amigos, y sustituyamos el reunirnos para quejarnos de aquel familiar que lleva veinticinco años comiendo con la boca abierta, o fingiendo que vamos a invitar a los vecinos que no soportamos a cenar a la casa. Aprendamos a ser libres, a romper la prisión de las apariencias y suposiciones.

Comentarios